Monedero de Ideas

"El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas",
por David Teniers el Joven - Galería del Prado
Comienzo este blog, uno más en mi red personal de blogmanía, para dedicarlo concretamente a ir asentando, registrando, comentando, compartiendo, presumiendo inclusive, una de mis más caras, preciadas aficiones que es el coleccionismo, en especial dos formas que me han fascinado desde niño: la numismática y la filatelia, sin mencionar mi amada colección de libros.

Toda colección tiene su razón de ser, salvo cuando se convierte en una adicción que nos transforma en acumuladores. En mi caso, mis colecciones fueron una mezcla resultante de la curiosidad, el aprecio por la belleza, el afán por conocer y, más, saber; por supuesto que en parte fueron inculcadas, pero, de manera fundamental fueron ocasionadas por el azar, como suele ocurrir con mucha frecuencia.

Tanto mi colección de monedas como mi colección de estampillas no las inicié a carta cabal y con todo propósito, sino como consecuencia de la vida cotidiana, como herencia no solicitada o como encuentro y descubrimiento fortuitos. Sí, esas estampillas que alguna hermana fue juntando, o que por curiosidad despegué de algún sobre; esas monedas extraídas del cambio para aprender a hacer cuentas en la infancia y no ser esquilmado en las tiendas o por los vendedores de la calle, o para ahorrar guardando en la alcancaía, o esas otras halladas azarosamente en medio del arrollo o al paso, sobre la acera. Y esas rocas y cristales hacinados entre el polvo en una caja de zapatos. Muñecos, correspondencia personal...

Con los años, suele ocurrir, uno va decidiendo qué hacer con tanto papelito y monedita acopiada en alguna talega de tela o una caja o un calcetín, arrinconados en algún cajón. Algunas monedas se vendieron por kilo, otras, las más llamativas, quedaron guardadas. Pero, ciertas veces, en distintos momentos, mi madre me regaló un juego de filatelia comprado en el puesto de periódicos y otra vez uno de numismática. Palabras nuevas, información didáctica. Leí con fruición de qué se trataba y me enamoré de la idea de coleccionar y de hacerlo sistemáticamente.

Junté, solo junté estampillas y monedas. Las primeras las pegaba en un álbum a la vieja usanza, con charnelas. Las monedas, revueltas en una talega y una caja de cartón. Tiempo después, ya adulto, necesitando dinero, iluso de mí fui a un expendio especializado y club de filatelistas para valuar mi colección de estampillas. ¡Oh, sorpresa! No valía nada. Las estampillas, por causa de las charnelas, carecían de valor y mi colección no obedecía a ningún orden, clasificación temática, nada que fuera de interés para otros coleccionistas. Mientras el dependiente me trató con desprecio, como algunas veces hacen los expertos soberbios con los diletantes, un coleccionista cercano me guió, me aconsejó y desde entonces sigo sus observaciones y trato de ser mejor coleccionista, más sistemático, pragmático, estudioso, casi profesional. Y, como ves, amigo lector, a eso obedece que haga ahora este blog, para nada separado de mis otros espacios, tan literario como aquellos, pero más especializado en un aspecto de mi persona, de mi vida, de mi experiencia.

A la fecha tengo 56 casi 57 años. A lo largo de mi vida mis colecciones han sido tan desordenadas como mis ideas, como mis deseos, sueños, proyectos. Cuando decidí poner orden y comenzar a dar forma a mis proyectos literarios, de la mano decidí igualmente organizar mis colecciones, comenzando con mi colección de libros. Comencé hacia 2002, clasificando, haciendo una base de datos, lento, pero seguro. En 2009 falleció mi madre, principal promotora y cómplice de mis colecciones y, llevado por el duelo, como terapia, puse mi estudio de cabeza para "reordenar" y más o menos dejé una situación decente, manejable. En 2013 falleció mi padre, menos promotor, menos cómplice, pero también ejemplo de otras formas de coleccionismo y, de nuevo, llevado por el duelo y la suma de duelos que ya para entonces se me hizo insoportable, año tras año, paré la casa de cabeza y me hundí en un desorden más propio de los acumuladores que de los coleccionistas.

Diez años tras la muerte de mi madre decidí poner remedio. El mal estaba hecho y la llegada gradual de mis ocho gatos no ayudó mucho que digamos, sin hablar de mi personal y depauperada situación económica. Aun así, a ciencia y paciencia, un día dije ¡basta! y de poquito en poquito he ido reordenando todo, todo.

¿De qué irá entonces este blog, te preguntarás? ¿Solo coleccionismo? ¿Tutoriales acerca de numismática, filatelia, notafilia o qué? Contesto: tratará de mí, de mis gustos, de cómo disfruto y soy feliz con esta faceta de mi personalidad y de mi existir. En la medida de lo posible servir de ejemplo, de orientación para quienes, como yo, quieren poner orden a ciertas cosas de su vida y no saben a veces ni por dónde empezar. Aquí leerás lo mismo anécdotas que consideraciones técnicas, lucubraciones filosóficas que apuntes de revisión histórica. Apreciación estética tanto como muestras de objetos que amo y las razones por las cuales los amo tanto como a otras cosas y seres que conforman mi circunstancia y que son motivos de mis otros blogs.

Yo no sé si mi sueño de volverme un escritor reconocido se cumplirá algún día o si venderé como Paulo Coelho o si mis escritos dormirán el sueño de los justos por decenios o si acabarán en la basura. Y la misma duda ronda a mis colecciones; pero, mientras tenga vida y salud, en todo ello dejo indicios de quién fui, soy, de dónde provengo y así pretendo justificar mi Ser aun más que mi paso por el mundo.

Si este blog te sirve para conocerme un poco más, vale. Si te mueve a querer adentrarte en mis ensayos o ficciones o poesía, ¡venga!, que todo es parte de esta colección de ideas como monedas de cambio que hace de mi mente un símil modesto de la Biblioteca de Babel y de Funes el Memorioso. Porque con cada publicación de alguno de mis objetos, acompañaré la historia real o recordada o inventada alrededor suyo. Porque con cada objeto he ido constuyendo mundos, significado, finalidad.

Espero que sea de tu agrado y ¡manos a la obra!

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